Hace ya cinco años, en Vivir sin deidad suprema explicaba lo que yo considero que es ser ateo y el porqué yo me considero ateo, pero ahora me gustaría reflexionar un poco más en el ateísmo como forma de pensar, de vivir y de desaparecer de la existencia que vivimos, el enfrentarse a la muerte, siendo éste el principal miedo por el que las religiones se han apoderado del pensamiento humano durante tantos siglos.
El ser humano, ante el miedo de morir y separarse de sus seres queridos, en la búsqueda para dar respuesta a su ignorancia, a ese miedo y a sus deseos más íntimos para satisfacer sus propias necesidades internas, e incapaz de encontrar respuestas a las preguntas fundamentales de su existencia, inventa la religión, el alma y la reencarnación, que instrumentado por el miedo garantiza el arraigo, el crecimiento y la manipulación de la religión en todos los ámbitos de la sociedad a lo largo de toda su historia.
La religión proporciona al ser humano ese consuelo y esperanza a esa situación de incertidumbre y dolor, ofreciendo una perspectiva sobre la vida después de la muerte, con la posibilidad de reunirse con los seres queridos fallecidos en el plano espiritual, toda una seguridad psicológica y tranquilidad en el momento final de la existencia, así como una forma de superar la pérdida de nuestros seres queridos.
Por ello, basada en los pilares del miedo y la esperanza de una vida eterna, se ha edificado la Iglesia como entidad de cualquiera de las religiones, alcanzando tal poder que invade hasta las instituciones que rigen la sociedad y su estado.
Sin embargo, con el uso de la razón, disfrutando del momento actual y liberándose mentalmente del anclaje en los recuerdos del pasado, sin olvidar pero desatándose de ese tiempo que no volverá, se puede aceptar el flujo de la vida y enfrentar la realidad de la muerte con una actitud más positiva y abierta. De ello la importancia de vivir plenamente el presente, sin negar o reprimir el pasado, pero sin quedarnos atrapados en él de manera que nos impida avanzar en nuestras vidas, de forma que aceptemos el pasado como parte de nuestra historia y aprendamos de él, pero sin aferrarnos excesivamente a él, nos ayudará a enfrentar la realidad de la muerte con una mentalidad más centrada en el presente y en el futuro que se proyecta con la actitud de ese presente.
Parte de nuestro crecimiento a ser adulto es asumir la dureza de la vida y aceptar la muerte como final de la existencia humana dentro del ciclo que marca la naturaleza, de forma que aceptándola como parte del ciclo de la vida y destino inevitable, la muerte deja de ser un problema y con ello la angustia a la no existencia. Este es el mejor camino para superar la pérdida de los seres queridos y el miedo a nuestra propia muerte, aceptarla como algo natural.
De ahí que el ateísmo, como principio de pensamiento neutro, evaluando los hechos y la información de manera objetiva, sin dejarse llevar por opiniones personales o sesgos, permite a las personas apreciar la belleza del mundo que nos rodea sin ninguna influencia de creencia en deidades que condicionen su visión, promoviendo a su vez el uso de la razón como medio para superar la ignorancia y el miedo a la no existencia que conlleva la muerte. Superar ese miedo y ese arraigo a las soluciones religiosas contraponiendo el sentido común de la naturaleza, posibilita un pensamiento libre que permite un mayor disfrute de la única vida que tenemos.
Es fundamental abandonar la fantasía de los mundos irreales que nos marca las religiones y enfocarnos en valorar la belleza de la naturaleza que nos rodea, viviendo plenamente el presente y disfrutando intensamente los momentos hermosos que la vida nos ofrece si siempre buscamos el lado positivo y su belleza.
“La muerte es simplemente una retirada de la mente de aquellos que piensan, y el final del miedo para aquellos que temen.» – Voltaire
“Una vez que te das cuenta que el camino es la recompensa, la muerte pierde su espanto.» – Luis Buñuel
♫ Rozalén – El Día Que Yo Me Muera (Versión Acústica- Lengua de Signos). La letra de esta canción transmite un mensaje de aceptación de la mortalidad y la importancia de vivir la vida de manera auténtica y plena, destacando el valor de vivir una vida significativa y dejar un legado positivo en el mundo, que es lo único que queda tras la muerte.♫
NOTA.- Para más información sobre el ateísmo puedes leer «EL ATEÍSMO NO ES UNA RELIGIÓN: Las religiones son un invento humano» de Eduard Honey.
Entrada Siguiente >> Dolorosa soledad involuntaria
El fluir de la causalidad << Entrada Anterior