De niño siempre nos ha marcado un juguete que nos ha acompañado en el recuerdo de los momentos más añorados, un juguete que aunque pasaran los años y se fuera deteriorando seguía teniendo su corazón dentro de tu corazón. Cuando los juguetes escasean en la etapa de la niñez es cuando más se aprecia su valor de juego y divertimento de esa edad, siendo en esos instantes donde el corazón de un juguete se queda para siempre con nosotros.
Un juguete roto sigue teniendo corazón y vuelve a ser útil donde es querido por muy roto que este. El corazón de un juguete también se puede romper al no ser debidamente querido pero se puede volver a corazonar en los brazos de otro niño que así lo aprecie y quiera.
Cuantos juguetes que se desprecian y desechan en algunos hogares serían bienavenidos y queridos en tantos otros más necesitados. Cuantos juguetes consumidos en el mal llamado primer mundo y tan necesarios en lugares donde se obliga a los niños a sustituirlos por tareas y trabajos de adultos.
Tenemos que hacer ver a los más pequeños el valor por el amor a los juguetes, no en su cantidad sino en su disfrute al máximo de cada uno de ellos, siendo más apreciado el buen uso de uno sólo que el desprecio a todos cuando hay tantos que no se le puede dedicar ni un minuto por atenderles a todos.
Cuidar ese corazón que tanta belleza despierta en los niños.
«Los juguetes también tienen su corazón, corazones de trapo que buscan amor.
Juguete roto no llores más que entre mis brazos sanarás.»
-Corazones de trapo. Luis Farnox (Los Ju. Zascanduris) –
♫Lantsias Stavros – Epistrofh. Una música que me despierta ese sentimiento por el corazón de un juguete roto.♫
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